27 mayo 2007

Ambientes

Como muchos otros ando vuelta loca con Caza de letras el proyecto de reality literario de la UNAM, y para sacarme la espinita y empezar con un poco de autodisciplina, decidí hacer algunos de los ejercicios que les proponen. Obviamente ninguno de ellos puede ser comparado con; sin embargo sí agradeceré y con mucho cualquier observación, comentario y correción. Para todo aquel que lea, gracias.

CERRADO
Un haz de luz es suficiente, encuentro mi sitio. Olor a mohín y lavanda. Solo escucho mi propia respiración, y a veces un pequeño crujir de la madera, ¿Polillas?, quién sabe. Quieto, muy quieto, gotas de sudor perlan mi frente, rápidamente son absorbidas por los fantasmas que se esfuman de día, algunos son pegajosos, otros suaves, y los más, ásperos y acartonados. Me alivia saber que mi estancia será breve, la que después de todo no es tan mala. Se me ocurre más de un pretexto para acabar aquí. Me siento seguro al contacto frío y en otras partes tibio, tan ceñido a mí, que aleja la angustia de vigilarse la espalda constantemente, aunque ahora lo único que debo vigilar es esa rendija de luz.

ABIERTO
Siempre pensó que el viento en la cara era el idioma de Dios. Por eso le gustaba esta ciudad, aunque a veces el viento podía ser gélido y temperamental; el viejo cascarrabias le había arrancado un par de gorros y asesinado varias macetas, ahora amenazaba con hacer volar sus medias. Negros nubarrones se acercaban por el horizonte y su sensor capilar, el automático ensortijamiento de su cabello, evidenciaba las primeras gotas por llegar. Suspiró y esbozó una sonrisa, detestaba el olor a humedad que de seguro quedaría en su ropa remojada, se acercó a la orilla y se sentó en el borde, generosos rayos de sol aún iluminaban una que otra casa. La cortina de sus cabellos se corrió. Gracias, Eolo.

1 opinan:

Anónimo dijo...

Me quedo con el segundo, es bueno, muy bueno.

Abierto, un espacio que espera, una persona que espera...


Yola, La Jetza