26 abril 2011

Me acuerdo
























Me acuerdo de un cielo rosa y naranja... cielo cálido en pleno invierno, una mano caprichosa trazó las líneas en el cielo y luego trató de borrarlas, pero las nubes tienen memoria y se quedaron ahí, difuminadas y coloreadas de salmón y violeta, yo las vi mientras viajaba en la parte posterior de una pick-up, otros dos pares de ojos también disfrutaron del espectáculo. Tras un día lleno de emociones y satisfacciones regresábamos a la terminal para concluir el recorrido. Dejábamos Paquimé y nos dirigíamos a Cuarenta Casas.

Fue un viaje liberador, al principio iba tensa pues tenía la responsabilidad de la travesía completa: qué, cuándo, cómo, cuánto... hasta que me hicieron notar mi estrés y caí en la cuenta de que no tenía sentido no disfrutarlo... solté amarras, regresé con la confianza de ser capaz no sólo de planear un viaje sino de poder lidiar con las vicisitudes que se presentaron ¡y vaya que se presentaron! acampamos cerca de Madera, Chihuahua; el primer día "perdimos" un miembro del equipo: al bajar por una pendiente Karla sufrió un esguince que le obligó regresar a Chihuahua capital. Las demás continuamos, pero con el espíritu minado. El campamento continuó y concluyó con una fiesta de fin de año, después venía la verdadera aventura, la que estaba bajo mi completa responsabilidad. Recuerdo haber renunciado a mi propósito por solidaridad con Karla, junto con ella se regresaba la mitad del grupo, realmente a mí no me importaba mucho renunciar al viaje que había planeado. Pero hubo alguien que se empecinó en continuar, porque no había viajado hasta allá en "vano". Siendo puras chicas entre 18 y 20 años la posibilidad de que se fuera sola (como era su deseo) era más que irresponsable, la jefa la acompañaría, ahí decidí que si de todas maneras habría quien realizara el viaje que YO planeé sería muy bobo no acompañarlas; además, yo tenía el itinerario de corridas y rutas. Hubo una ruptura ahí, fue palpable, no nos perdonaron ser tan egoístas y creo que yo tampoco se los hubiera perdonado de haber estado en los zapatos de Karla, sin embargo y por mal que se lea, lo volvería a hacer.

Así el grupo original de siete se convirtió en tres, tomamos un autobús rumbo al norte del norte. Cuando llegamos al pueblo cercano a Paquimé pasaba de la hora de la comida, tuvimos que conseguir transporte como se pudo para ir a la zona arqueológica. No podría plasmar en palabras la impresión que me causó estar ahí, llegar a la meta del viaje, una mezcla de admiración y lástima, emoción y tristeza. Hubo el tiempo justo para recorrer la zona y tomar algunas fotos, una de ellas es de mis más preciados tesoros. Para el regreso nos encontramos con que ya no había transporte, y pedimos aventón; en retrospectiva creo que es de las cosas más arriesgadas que he hecho, y ahora se antojaría impensable. Ahí, en la caja de la troca Paquimé nos despidió con un cielo rosa impresionante. Llegamos a la terminal, sorpresa: ya no hay corridas, pasamos la noche en la terminal, suerte de llevar sleepings. Temprano por la mañana tomamos el camión hacia Cuarenta Casas.

Ya de vuelta en Chihuahua abordamos el "Chepe" con destino Los Mochis, yo ya iba completamente relajada pues... ¿qué podría salir mal? ah... nada... sólo que el tren te deje... en Barrancas del Cobre te dan unos minutos para comprar y, por supuesto ir al mirador, 15 minutos máximo, el tren anunció que comenzaría su marcha con un silbatazo y yo me subí, asumí que mis compañeras ya estarían en su lugar... craso error, el tren comenzó a avanzar corrí al final del tren y alcancé a ver como ellas apenas iban hacia las vías, no corrieron, de hecho estaba muchísimo más preocupada yo que ellas... como pude comprobar cuando se subieron en la siguiente estación. Resulta que es algo que pasa frecuentemente y siempre hay camionetas dispuestas a llevarte a la otra parada para que alcances el tren. Ahí aprendí otra lección (que por lo visto ya había olvidado) si ellas no estaban preocupadas... ¿yo por qué tenía que estarlo?, es tonto y es desgastante y no se gana nada, ni se resuelve nada.

El final del viaje fluyó... barrancas espectaculares, cielos atascados de estrellas, el sonido reconfortante del tren... recuerdo que no hablábamos, cada una iba absorta en sus pensamientos y en el disfrute del paisaje. No hablamos ni siquiera en el autobús de Los Mochis a Toluca... tal vez cada una iba recordando y reviviendo cada parte del viaje...

Lúdico


Ahora lo sé, mi afán por la fotografía además de la ilusoria sensación de poseer cachitos de tiempo es transmitir emociones: sentir y hacer sentir.

Hace ya varios años poseía una cámara de 35 mm, normalita, sin opciones, sin embargo me regaló buenas fotos, después adquirí una cámara digital compacta, la inmediatez y la no-limitación me permitieron empezar a experimentar y obtener uno que otro buen resultado... pero quería más. Así fue como adquirí mi Nikon Point & Shoot... sí, le zacatée a una reflex hecha y derecha. He aprendido con mi Nikon, ya estoy más familiarizada con velocidades y aperturas aunque no puedo hacer enfoques manuales ni probar con diferentes lentes pero eso, a veces, es hasta una ventaja :P

Y bueno uno pensaría que mi próxima compra ahora sí sería una reflex... sí, lo tengo presente, pero no, no fue eso lo que compré. Sucede que me tomo las cosas demasiado en serio y al mismo tiempo demasiado a la ligera, o sea, me gusta tomar buenas fotos y busco mejorar... pero en el momento que me estanco pierdo el entusiasmo fácilmente; así que fui y me compré una Holga. Limitada de enfoque, de apertura, de velocidad... completamente de plástico, una cámara "de juguete". A mí me parecen cámaras sin pretensiones, restringidas es aspectos "técnicos" pero que te dan gran libertad en la construcción de la foto: que si el filtro casero, que si la plantilla, que si la doble exposición, que si la panorámica; con las Holgas hay que dejar un poco al azar... y ser pacientes, uno no siempre obtiene el resultado que quiere, pero eso también esta bien, así pensaré dos veces antes de hacer un click.

Ahora sí: juguemos

12 abril 2011

Mátenme porque me muero


Así rezaba una pinta en mi salón de clases de la secundaria. Yo aún no había escuchado la canción, (no tenía gurú musical, mis únicas referencias eran mis padres y mis compañeritas que se emocionaban con Luis Miguel) y la verdad, fuera del contexto la frase me pareció bastante estúpida. La pinta y la frase me parecieron uno más de aquellos actos de rebeldía burda incomprensible para mí.

Después vinieron tiempos mejores, la preparatoria sí fue todo Fobia y Maldita y Café Tacuba y por supuesto: Caifanes. Los cachondos, los desmadre, los autóctonos y los místicos.

Al rancho casi no iban los grupos a tocar, porque salvo la plaza de toros y el parque de béisbol no había foro y para unos chamacos de 15 a 17 años provincianos estaba bastante peliagudo lanzarse por medios propios a cualquier concierto en la capirucha, nos conformábamos con los festivales que organizaba el refresco de cola, (aunque nada que ver). Además justo por aquellas épocas es cuando empezaron los problemas en el grupo. Así que sí, el concierto del sábado en el Vive Latino fue un anhelo cumplido además de un viaje al pasado.

Los años han pasado y ahora sí tiene sentido decir: Mátenme porque me muero.




P.D. Mi top 5 de canciones de Caifanes (no necesariamente en ese orden): Para que no digas que no pienso en ti, Nubes, Mátenme porque me muero, Detras de ti, Hasta morir.