12 diciembre 2012

Beautiful Day

6 de diciembre del 2000. Camino por la calle, disfrutando del frío tan característico de Toluca. Estoy contenta, veré a mis amigas para comer waffles y tomar café, estamos por salir de vacaciones en la facultad, me fue bien en los exámenes, acabo de ver a mi novio y... es mi cumpleaños. Mientras camino me embarga una sensación de satisfacción, de esos breves instantes donde sientes que si te llegara la hora podrías partir tranquilo. Me siento valorada, amada, motivada y veo el futuro con optimismo.

Muchas cosas han cambiado desde entonces, me gradué, trabajé, entré a la maestría, volví a la escuela (ahora para dar clases), salí de la maestría, entré al doctorado... dicho así parece avance; estando en estos zapatos a veces uno se siente estancado. Eso de tener treinta y pico y seguir estudiando, sin auto, casa, o donde caerse muerto pues... sí genera cierto estrés. Claro que por otro lado he podido viajar un par de veces fuera del país, concederme mis gustitos y saber que nada me ata a ningún lado.

Obviamente hay personas de aquel ayer que ya no están conmigo, otras (las más, las más importantes quiero decir) han permanecido. Formo parte de un círculo que sé que es muy fuerte, que a pesar del tiempo y la distancia seguirá uniéndonos, que crece, además; con nuevos integrantes a medida que cada una de nosotras va encontrando a su cada cual. En el camino he encontrado un par de hermanas, no de sangre pero no por ello menos hermanas, la presencia de ellas y el club de araña tejedora (como acabo de bautizar) ha enriquecido mi vida con sus enseñanzas, son mis maestras de vida. Llegué además, a un sitio donde me siento en casa, un nicho especial, encontré a mi tribu, otra suerte de clan.

He tenido mis pérdidas, sí. Y en su momento he sabido o no llevarlas, negarlas, llorarlas, aceptarlas, enfrentarlas, dejarlas ir. Varias son la causa y pretexto para llegar a donde estoy, para decidirme a escribir, para que me guste la foto, para andar en bicicleta, para subir montañas. Me han hecho crecer, lo cual agradezco; ahora soy más asertiva, más clara, más empática creo, incluso, más valiente. Me han preparado para la llegada. Un arribo que esperaba desde hace tiempo pero que ha ocurrido en el momento justo, ni antes, ni después. Que implica una serie de cambios importantes, radicales. Que exige mucho de mí pero creo estar lista.

Así cierro este año, a 12 años de aquel 6 de diciembre, vuelvo a sentirme motivada, valorada, amada, emocionada... casi satisfecha.