06 septiembre 2006
Dios salve a la reina...
A manera de homenaje, su primera canción de su primer albúm para el primer grupo del que me declare fan y que me acompaño por largo tiempo. A 60 años del nacimiento de Freddie.
04 septiembre 2006
03 septiembre 2006
Ya sé, ya sé, todas admiramos a Frida
Mi admiración por Frida Kahlo es heredada. A mi madre les gustan mucho sus cuadros, y me dediqué a averiguar el porqué. Con el tiempo me agradaron también.
Más allá de la calidad artística de Frida, su sentido de proporcionalidad, su capacidad de abstracción, la fuerza y detalles de sus pinceladas, lo que más me impresiona es que alguien sin conocerla, ni saber de su vida puede apreciar su amor, dolor y pasión a través de sus cuadros.
Desde temprana edad Frida aprendió a reírse de sí misma y encontrarse, o tal vez, a perderse, en los recovecos de su imaginación, así pudo evadir, aunque sea a ratos el rechazo que sufría “Frida pata de palo” por un defecto físico consecuencia de la poliomielitis.
Amazona de su tiempo y corsaria marxista. Responsable de las canas verdes de su madre por su gusto de vestir de jovenzuelo y experimentar cada día, todos los días. Con una innata capacidad de liderazgo y un carisma especial, era la verdadera cabecilla detrás de “Los Cachuchas”.
Pero su destino estaba trazado y accidentalmente ganamos una artista que ha revolucionado el arte en México, un trágico choque entre un tranvía y un autobús originó una lesión que le acompaño para toda la vida y que le hizo pasar horas y horas postrada en cama; que le desafió, que le encaró con ella misma, que a través de un espejo le enfrentó a sus más grandes miedos: al monstruo que somos nosotros mismos.
Y ahí es donde toda esa sensibilidad de niña, esos juegos de evasión y ese espíritu de lucha salió adelante, empezó a comunicarse a través de los pinceles y a hablar de lo que mejor conocía, de su mundo particular. De sus esperanzas y sueños y eventualmente de su amor, amor hacia la vida, hacia su familia, hacia la naturaleza y hacia Diego.
Realmente no se quién impactó más en quién, si Frida en Diego, o Diego en Frida pero si sé que del encuentro de estas dos fuertes personalidades surgió el amor y el desamor, hubo infidelidades, grandes peleas pero también grandes reconciliaciones y grandes cuadros. Diego fue temática recurrente de Frida, como hijo, como esposo, como pintor, él le mostró nuevos horizontes y la llevaba con ella en sus viajes. A su vez podemos ver en la obra de Diego a Frida como obrera al frente de las masas, Frida en un paseo dominical por la Alameda, o Frida meretriz en pleno Palacio de Gobierno.
Pero más allá de Frida, la artista, con sus calificativos de surrealista y revolucionaria; admiro a Frida mujer, a la estoica, a la que fue factor de cambio, a la que nunca dejó que la esperanza muriera, y fue congruente consigo misma. Aquella que amó la vida hasta el final de sus días.
Más allá de la calidad artística de Frida, su sentido de proporcionalidad, su capacidad de abstracción, la fuerza y detalles de sus pinceladas, lo que más me impresiona es que alguien sin conocerla, ni saber de su vida puede apreciar su amor, dolor y pasión a través de sus cuadros.
Desde temprana edad Frida aprendió a reírse de sí misma y encontrarse, o tal vez, a perderse, en los recovecos de su imaginación, así pudo evadir, aunque sea a ratos el rechazo que sufría “Frida pata de palo” por un defecto físico consecuencia de la poliomielitis.
Amazona de su tiempo y corsaria marxista. Responsable de las canas verdes de su madre por su gusto de vestir de jovenzuelo y experimentar cada día, todos los días. Con una innata capacidad de liderazgo y un carisma especial, era la verdadera cabecilla detrás de “Los Cachuchas”.
Pero su destino estaba trazado y accidentalmente ganamos una artista que ha revolucionado el arte en México, un trágico choque entre un tranvía y un autobús originó una lesión que le acompaño para toda la vida y que le hizo pasar horas y horas postrada en cama; que le desafió, que le encaró con ella misma, que a través de un espejo le enfrentó a sus más grandes miedos: al monstruo que somos nosotros mismos.
Y ahí es donde toda esa sensibilidad de niña, esos juegos de evasión y ese espíritu de lucha salió adelante, empezó a comunicarse a través de los pinceles y a hablar de lo que mejor conocía, de su mundo particular. De sus esperanzas y sueños y eventualmente de su amor, amor hacia la vida, hacia su familia, hacia la naturaleza y hacia Diego.
Realmente no se quién impactó más en quién, si Frida en Diego, o Diego en Frida pero si sé que del encuentro de estas dos fuertes personalidades surgió el amor y el desamor, hubo infidelidades, grandes peleas pero también grandes reconciliaciones y grandes cuadros. Diego fue temática recurrente de Frida, como hijo, como esposo, como pintor, él le mostró nuevos horizontes y la llevaba con ella en sus viajes. A su vez podemos ver en la obra de Diego a Frida como obrera al frente de las masas, Frida en un paseo dominical por la Alameda, o Frida meretriz en pleno Palacio de Gobierno.
Pero más allá de Frida, la artista, con sus calificativos de surrealista y revolucionaria; admiro a Frida mujer, a la estoica, a la que fue factor de cambio, a la que nunca dejó que la esperanza muriera, y fue congruente consigo misma. Aquella que amó la vida hasta el final de sus días.
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