29 mayo 2006

No gané, pero mención honorífica esta requetebien.

La Cita

Estaba decidida, sería esta tarde. Tranquila, revisó que todo en la casa estuviera en orden, puso especial atención a que todo quedara limpio, impecable. Al sacudir su mesita de noche, la pequeña muñeca de porcelana resbaló y se rompió en mil pedazos. -Que irónico- pensó, pero en realidad poco le importó. Cansada, tomó una ducha y puso especial esmero en su arreglo, después de todo, la ocasión lo ameritaba. Al cuarto para las cinco ya estaba lista, cerró la casa y decididamente encaminó sus pasos hacia el Metro. Debía apurarse o habría mucha gente en la estación, quería que estuviera solo para que nadie se diera cuenta; la gravedad haría el resto.


Los que se quedaron en el camino.

Confusión
La sensación de patinar en hielo era completamente nueva y diferente, podía sentir como le temblaban las piernas, pero no sabía si era por su falta de equilibrio o por lo otro; y además no podía dejar de darle vueltas a lo que la maestra Conchita les había explicado en clase. ¿Fuerza?, ¿Qué es una fuerza? ¿Cómo es que algo no puede verse ni tocarse pero está, existe? ¿Por qué además esa fuerza se empeñaba en hacerlo caer? Sonrío al contacto con la mano, mucho más grande que la suya; tal vez la gravedad no era tan mala después de todo, si supiera patinar no habría conocido a Clara, la instructora.


Nostalgia
-Si pudiera le pediría al tiempo que vuelva, como la película- pensó, mientras se quitaba el sostén. Esta vez haría las cosas un poco diferentes, tan sólo un poco. Se ocuparía más de ella, optaría por la diversidad y el equilibrio. Porque también había cosas de las que no se arrepentía como Omar, su siempre pequeño Omar, aunque ya tuviese cerca de treinta y cinco años. Era tan parecido a su padre y a la vez tan diferente, porque físicamente eran como dos gotas de agua; pero la nobleza, la sensibilidad y la honestidad, definitivamente las había heredado de ella. Y mientras volvía al gastado pensamiento de qué era exactamente lo que había hecho mal, sus propios movimientos llamaron su atención hacía el espejo y al verse, suspiró, -pues al menos una razón la sé, la gravedad ha hecho sus efectos-.

4 opinan:

arboltsef dijo...

Muchísimas felicidades.

Un beso.

Anónimo dijo...

Hola Olga, felicitaciones por la mención honorífica. Muy buen cuento, se nota además el trabajo que le has dado a cultivar tu estilo.

ñojitzu dijo...

Traveler:
Me alegra que te hayan gustado los cuentos y que te sigas dando tu vueltas por este humilde blog :)

Arbol:
Muchas gracias, y perdón por el atrevimiento a linkearte en este blog. Y aprovechando, faltará mucho para que salga mi fotocuento??

Daniel:
Recíprocas felicidades, tu cuento me pareció genial, me apabulla la imaginación, yo soy todavía un poco cuadrada, pero seguimos trabajando en eso.

Anónimo dijo...

Escuintla, los cuentos son geniales, me recuerdan a quién sabe qué señor, pero eso no importa. La obra y la persona pueden ir dispares, en este caso aplica que el Olmo pude dar peras... eso es lo bello de la creación humana. ¡Echale ganas!