26 abril 2006

Estado de Gracia

Debía apurarse o llegaría tarde, pero en el metro es casi imposible apurarse más, así que lo tomó con filosofía y de inmediato adoptó la cara de indiferencia, como el espejo de todos los demás. Empezó a divagar, el tren de enfrente recién arribaba, cuando una multitud en tropel entraba y salía, el viento ocasionado por la partida del público la hizo regresar; y ahí estaba, unos segundos bastaron para que las miradas se cruzaran, se reconocieran, se saciaran, mágico entendimiento interrumpido por los empellones de la gente subiendo al transporte, ella también subió, en esta ciudad no hay tiempo para el amor.

“She comes in colors, everywhere, she’s like a rainbow”

Como dato curioso al día siguiente de escribir el (intento de) minicuento leí en Fuerte es el silencio de Poniatowska:
“...Se necesita el estado de gracia para amar por encima de los cláxons, los pleitos, las angustias, el esmog, la violencia, el moverse a todos lados y en ninguna dirección y, antes de ser ángeles amorosos, nos llega el edicto y la condena...”

1 opinan:

Adriana dijo...

Buena historia.Saludos